Abr 24

Dos estúpidos afectivos que não têm sentimento trágico da vida, aos animais que já não sabem rir…Entre Unamuno e Bergson

Imaginemos que um qualquer pintor tratava, aqui e agora, no Portugal de Cavaco, Sócrates e Policarpo, de fazer uma colagem, dita pintura neo-clássica, onde um dos nossos políticos cimeiros aparecesse nestas poses, esvoaçando fantasiosamente brejeiro por cima dos dotes imaginados de uma das suas colaboradoras, legítimas ou namoradas. Aconteceria inevitavelmente um desses tsunamis que fariam cair o Carmo e a Trindade e poriam a Procuradoria em segredo de justiça. Tudo, para recordar que a nossa crise, antes de ser económica e financeira e antes de ser política e partidocrática, é comportamental, porque perdemos a razoabildade e o bom senso. Primeiro, porque perdemos o sentido do riso, isto é, os “portugais” já não são “gais”. Segundo, porque nos destruíram o sentimento trágico da vida… Comecemos por este último, pedindo ajuda a Miguel de Unamuno: Hay personas, en efecto, que parecen no pensar más que con el cerebro, o con cualquier otro órgano que sea el específico para pensar; mientras otros piensan con todo el cuerpo y toda el alma, con la sangre, con el tuétano de los huesos, con el corazón, con los pulmones, con el vientre, con la vida. Y las gentes que no piensan más que con el cerebro, dan en definidores; se hacen profesionales del pensamiento.  Tenham calma, leitores, vale a pena continuar a ler Unamuno, comparando-o com o que se tem passado por estes dias com os nossos principais politiqueiros, quase transformados em um desses profissionais de boxe, o que ha aprendido a dar puñetazos con tal economía, que reconcentra sus fuerzas en el puñetazo, y apenas pone en juego sino los músculos precisos para obtener el fin inmediato y concretado de su acción: derribar al adversario.  Y sabido es que los hércules de circo, que los atletas de feria, no suelen ser sanos. Derriban a los adversarios, levantan enormes pesas, pero se mueren de tisis o de dispepsia. Por lo que a mí hace, jamás me entregaré de buen grado, y otorgándole mi confianza, a conductor alguno de pueblos que no esté penetrado de que, al conducir un pueblo, conduce hombres, hombres de carne y hueso, hombres que nacen, sufren y, aunque no quieran morir, mueren; hombres que son fines en sí mismos, no sólo medios; que han de ser los que son y no otros; hombres, en fin, que buscan eso que llamamos la felicidad.  Es inhumano, por ejemplo, sacrificar una generación de hombres a la generación que la sigue cuando no se tiene sentimiento del destino de los sacrificados. No de su memoria, no de sus nombres, sino de ellos mismos. Porque puede uno tener un gran talento, lo que llamamos un gran talento, y ser un estúpido del sentimiento y hasta un imbécil moral. Se han dado casos. Estos estúpidos afectivos con talento suelen decir que no sirve querer zahondar en lo inconocible ni dar coces contra el aguijón. Es como si se le dijera a uno a quien le han tenido que amputar una pierna que de nada le sirve pensar en ello. Y a todos nos falta algo; sólo que unos lo sienten y otros no. O hacen como que no lo sienten, y entonces son unos hipócritas. Hay algo que, a falta de otro nombre, llamaremos el sentimiento trágico de la vida, que lleva tras sí toda una concepción de la vida misma y del universo, toda una filosofía más o menos formulada, más o menos consciente. Y ese sentimiento pueden tenerlo, y lo tienen, no sólo hombres individuales, sino pueblos enteros. Y ese sentimiento, más que brotar de ideas, las determina, aun cuando luego, claro está, estas ideas reaccionen sobre él corroborándolo.  Foi longa a citação. Mas necessária. Passemos agora para o riso. Porque falta-nos tanta imaginação que nenhum blogosférico ainda tentou coisa semelhante à da colagem que reproduzo, com o primeiro-ministro, o presidente da república, o grão-mestre do GOL ou o cardeal-patriarca. É melhor regressar a Bergson, à série de artigos que publicou em 1899, para não nos esquecermos que o homem, porque é um animal racional, isto é, um animal comunicacional que se articula perante o outro e todos os outros membros da “polis”, através da palavra posta em discurso, é também, por exigência da natureza das coisas, “um animal que sabe rir”.  Porque il n’y a pas de comique en dehors de ce qui est proprement humain … Plusieurs ont défini l’homme un animal qui sait rire… Le comique … s’adresse à l’intelligence pure… Seulement, cette intelligence doit rester en contact avec d’autres intelligences… Notre rire est toujours le rire d’un groupe … Telle sera, disons-le dès maintenant, l’idée directrice de toutes nos recherches. Le rire doit répondre à certaines exigences de la vie en commun. Le rire doit avoir une signification sociale. Estamos em crise porque os debates parlamentares perderam a graça e o grande chefe é que assume o monopólio de qualificar o risível como brejeiro e a crítica da liberdade de expressão, como difamação , injúria ou falta de respeito pela instituição, desejando processualizar, de cima para baixo, o dependente, mesmo que o chefe tenha sido eleito pelos parceiros. Esquece-se, voltando a Bergson, que o cómico exige… qualquer coisa como a anestesia momentânea do coração. Dirige-se à inteligência pura. E termino com Unamuno: El absoluto relativismo, que no es ni más ni menos que el escepticismo, en el sentido más moderno de esta denominación, es el triunfo supremo de la razón raciocinante. Ni el sentimiento logra hacer del consuelo verdad, ni la razón logra hacer de la verdad consuelo; pero esta segunda, la razón, procediendo sobre la verdad misma, sobre el concepto mismo de la realidad, logra hundirse en un profundo escepticismo. Y en este abismo encuéntrase el escepticismo racional con la desesperación sentimental, y de este encuentro es de donde sale una base —¡terrible base!— de consuelo.